LA ENFERMEDAD MENTAL A LO LARGO DE LA HISTORIA
La locura ha existido siempre desde que el hombre puebla la Tierra. Ya en el siglo V a.C. Hipócrates refería que la enfermedad mental como un desequilibrio en los humores corporales que podía manifestarse en forma de manía ( agitación, delirio, excitabilidad y falta de control) melancolía (depresión) o frenesis (agitación con fiebre por enfermedad cerebral).
Entrado el siglo I d.C. en la Grecia romana Dioscórides cita en su De materia médica centenares de plantas, minerales y sustancias animales que se pueden utilizar para tratar enfermedades mentales y de otro tipo; Galeno, en el II d.C. aboga por una medicina más intervencionista, con sangrías, purgas y baños de agua fría y caliente para tratar la enfermedad mental.
En la Edad Media y después del triunfo del Cristianismo se impone frente al conocimiento clásico la explicación religiosa de muchas enfermedades: la epilepsia tiene consideración de enfermedad divina, así como otros tipo de locura son considerados posesiones demoníacas y el tratamiento espiritual coexiste con el médico. Este último suele consistir en trepanaciones para extraer la piedra de la locura que se supone es causa el mal, creencia de la que deriva la expresión «tener una pedrada» para referirse a alguien tonto o chiflado.

En el Renacimiento se opta por recluir en lugares apartados de la sociedad a los enfermos mentales; en la Edad Moderna los «locos» son recluidos con la misma consideración que delincuentes, alcohólicos y prostitutas, y aún cuando en la Ilustración se intenta dar un tratamiento más moral y humano a estos enfermos, en el siglo XIX aún perdura el tratamiento represivo de la enfermedad, con torturas, castigos, baños de agua helada y marcado al rojo vivo. Avanzado el siglo XX se aparta la estigmatización y el encierro de estos enfermos contra su voluntad para darles un tratamiento más humano. Es entonces cuando los antiguos manicomios caen en el olvido y son sustituidos por hospitales psiquiátricos donde los enfermos pasan de estar recluidos a tener derecho a una atención adecuada.
UNA NOVELA DE CULTO DE LOS AÑOS 60
Alguien voló sobre el nido del cuco es una novela de Ken Kesey publicada en 1960, en la que el protagonista, Randle McMurphy, se hace pasar por loco para evitar la cárcel y es ingresado en un hospital psiquiátrico. La historia constituye una demoledora crítica de la atención psiquiátrica del sistema sanitario norteamericano, al mismo tiempo que convierte el manicomio en alegoría de una sociedad con cuestionables conceptos de la locura, cordura, libertad y autoridad.
Para escribirla, Kesey se presentó como voluntario a un programa del gobierno para experimentar sobre el uso terapéutico de drogas psicotrópicas. Su experiencia con LSD, mescalina y otras fue clave para idear la novela.
En la novela encontramos una interesante descripción del diseño y programa funcional del manicomio, con pacientes organizados por galerías y con cerraduras por doquier, al más puro estilo carcelario. Existen distintas salas para Agudos, «con los que aún se puede hacer algo» y Crónicos, los que no tienen recomposición posible y están en el hospital recluidos «simplemente para evitar que deambulen por las calles». Se dispone de una sala de Shocks y otra de Aislamiento -de nuevo el lenguaje carcelario-que son más bien de castigo. Las zonas comunes van poco más allá de un comedor y una sala de juegos donde los internos hacen rompecabezas o se entretienen con el Monopoly.

En 1975 Milos Forman dirigió su adaptación al cine con el mismo título y la película obtuvo cinco Oscar de la Academia: película, director, actor ( Jack Nicholson en el mejor papel de su carrera), actriz (Louise Fletcher) y guión adaptado. Para diseñar mejor sus personajes y vivir de primera mano el ambiente de una institución mental, varios de los actores se alojaron durante el rodaje en el Oregon State Hospital, un edificio de estilo neogótico proyectado conforme a las determinaciones del Plan Kirkbride.
ARQUITECTURA PSIQUIÁTRICA EN ESTADOS UNIDOS. EL PLAN KIRKBRIDE
Desde mediados del siglo XIX a principios del XX el diseño de los hospitales psiquiátricos (Asylum) en Estados Unidos se adaptó a las prescripciones del Plan Kirkbride ideado en filadelfia por el psiquiatra Thomas Story Kirkbride (1809-1883).
Se trataba de edificios con estilo muy influenciado por el neogótico y el neotudor británicos de la era victoriana , con una singular configuración en planta, la de distintas alas escalonadas que partían de un núcleo central hacia atrás, en forma de «alas de murciélago», buscando el soleamiento y ventilación de todos los alojamientos, así como su privacidad. En las alas más alejadas se ubicaban los pacientes más difíciles o peligrosos y en el núcleo central, a menudo coronado por una torre, se ubicaban los servicios generales y la vivienda del superintendente o médico jefe, que había de residir en el establecimiento.

A mediados del siglo XX los edificios del Plan Kirkbride cayeron en el olvido por sus elevados costes de implantación y mantenimiento y por las nuevas corrientes que cuestionaban las teorías de Kirkbride sobre el tratamiento de las enfermedades mentales. Algunos se reconvirtieron, otros quedaron como atracción turística y otros incluso como localizaciones para el rodaje de películas de terror.
Por último, traemos a estas páginas uno de los más longevos, el hospital bautizado con el sorprendente nombre de «Asilo de lunáticos Trans-Allegheny» que funcionó desde 1864 hasta 1994 en Virginia occidental y que en 1913 había cambiado su nombre por el de Hospital General de Weston.

Tras su venta, sigue a fecha de hoy esperando su reconversión definitiva a usos alternativos. Mientras tanto, el edificio principal alberga salas de museo y se ofrecen por el día visitas tematizadas sobre el antiguo hospital y por las noches actividades paranormales y caza de fantasmas.
Para saber más:
- «Alguien voló sobre el nido el cuco». Ken Kesey. Ed. Anagrama, 2006.
- «Salud mental en la Baja Edad Media». Fernando Espí Forcén. Universidad de Murcia, 2015.